Cuando los Estados oligárquicos latinoamericanos sustentaron
una visión orgánica de su propia creación, definiendo a la nación como un
conjunto de individuos que se encuentran “unidos por lazos naturales -el
espacio geográfico, la raza- e irracionales -el amor a una misma tierra, la
religión-, no tomaron en cuenta las diferencias sociales entre los de cada
nación”. (García-Canclini, 1983, p.3). Por lo que se consagró la visión cuyo
objetivo era el mantener el orden impuesto, rechazando cualquier otro tipo de historia
que no representara el período histórico particular que se utilizó para
desarrollar su discurso hegemónico.
El proceso histórico latinoamericano
ha estado caracterizado por el problema de la dependencia cultural y la producción
de conocimientos, siendo parte de una consideración que lo reduce a mera
reproducción, puesto que las relaciones que surgían entre las culturas
latinoamericanas con las culturas “desarrolladas”, según la teoría del progreso
económico utilizado en la época, (también referidas como culturas universales),
fueron tomadas desde dos aproximaciones. Para entender el dialogo entre estas culturas los conceptos de apropiación y reproducción, siendo este último el que presentara un carácter
imitativo, expresando la concepción de que las élites reproducen el modelo
universal de espaldas al pueblo, el que a su vez se ve forzado a reproducir el modelo económico y cultural de la élite Este modelo explicaría el carácter
de extrañamiento que las élites de América Latina desarrollaron como sentimiento
arraigado de pérdida hacia los polos modernos europeos.
Esta dependencia cultural desarrolló relaciones
de imitación en todas las clases sociales, generándose entre los sectores
medios, a través de la imitación de modas y formas de consumo, dos condiciones
en su interior. Una de desfase cultural, donde siempre llegaban retrasadas las
tendencias críticas al modelo y también una forma de máscara cultural, donde la representación hacia lo universal se
daba en forma de oportunismo, predominando la teoría del espejo hacia Europa. Se
incorporó también la división social del
trabajo, para que los países en desarrollo no se dieran el lujo de hacer ciencia,
remitiéndose sólo a replicar los modelos de otros
Al incorporarse desde la teoría de la
dependencia la noción de
reproducción del carácter esencialmente extranjerizante y europeizante de las
élites dominantes, se desprende el desarrollo de amplias cadenas de transmisión de la
penetración cultural. Entendiendo que la dependencia no representa sólo la
incorporación de alguna teoría, pues llegaría incluso hasta incidir en la misma
ciencia, como actor influyente en el desarrollo de la sociedad. (García-Canclini,
1983)
No obstante, con el desarrollo de la
teoría de la dependencia todavía se podía enmarcar el rol de los procesos y los medios en las transformaciones que la
región experimentaba en esa época, como también los proyectos de cambio
estructural, como formas alternativas al subdesarrollo capitalista dependiente.
(Santa Cruz, 1997)
Aparece entonces la visión de la
cultura popular y la comunicación alternativa como el espacio de resistencia
ideal para impugnar a la dominación en relación con el rescate de las identidades
culturales, nacional y latinoamericana, que se encontrarían seriamente amenazadas.
Esta visión se muestra en forma de procesos fundamentalmente determinados por los contextos político-sociales
en que se daba la comunicación alternativa. Por ende se planteó en distintos
ejes que, no necesariamente excluyentes entre sí, compartían siempre una
visión dualista que se sostenía en la “polaridad de la dominación”.(Santa Cruz,
1997)
Siguiendo con la tendencia originada
en los años 60, el pensamiento dualista de los 70 continuaba demostrando
complejas formas de unilateralidad, al igual que algunas deficiencias para
explicar aspectos de la cultura de las clases populares.. Pues regularmente se
obviaba el hecho de que lo popular es, básicamente, un proceso colectivo.
Bourdieu desarrollaría un estudio
unilateral del consumo que destacaría la pasividad del comportamiento popular,
su dependencia a la reproducción
social, ya que aun cuando reconoce la diferencia entre habitus y prácticas, se centra en lo primero reduciendo su teoría
social casi exclusivamente a los procesos de reproducción, por lo que no
distingue entre las prácticas y la praxis
(entendida como la transformación de conductas para luego hacerlo con las
estructuras objetivas).(Bourdieu, 1980)
Cuando existe una desigual
participación en la estructura productiva, el consumo aparecería como concepto
clave para explicar la vida cotidiana, como una manera de generar conflictos
entre las clases, por la distribución de bienes y la escasa satisfacción de
necesidades. Según Gramsci, esto nos
hablaría sobre la crisis de hegemonía, cuando se ven unidas la crisis económica
del capitalismo y la crisis del Estado se puede describir como una crisis
ideológico-cultural que afecta las estructuras globales de la producción y
reproducción social, junto con la vida cotidiana de las clases subalternas.
(Canclini, 1983)
No obstante, se reconoce que bajo la inspiración gramsciana se instaló un tipo de
reduccionismo que se enfocaría principalmente en la oposición entre la cultura
subalterna y la hegemónica, considerando a ambos tipos de cultura como ajenas
entre sí, por la necesidad política de defender la independencia de lo
subalterno como forma de resistencia. Esta diferenciación habría desencadenado
variadas investigaciones que sólo aportaban a la identificación de los modos en
donde la cultura hegemónica y la subalterna se repartían el modelo.
Para García-Canclini, este análisis
puede ser considerado como un reduccionismo anacronizante, que fomentó la
idealización de lo popular que subsiste en las políticas de exhibición.
“Los museos de cultura popular y los
grupos artísticos que recrean para públicos urbanos la música y las danzas
tradicionales operan en esa misma descontextualización: muestran los productos
y esconden el proceso social que los engendró, seleccionan los objetos, los
movimientos que mejor se adaptan a los criterios estéticos de las élites, y
eliminan los signos de pobreza y la historia contradictoria de luchas con la
naturaleza y entre los hombres que está en el origen de las artesanías y las
danzas. Son los Estados, que en general patrocinan los museos y grupos artísticos,
quienes hoy prolongan esta manera arcaizante de hablar de lo popular.” (G.Canclini,
1983, p.3.)
Para Canclini la hegemonía se entiende
como “un proceso de dirección política e ideológica en el que una clase o
sector logra una apropiación preferencial de las instancias de poder en alianza
con otras clases, admitiendo espacios donde los grupos subalternos desarrollan
prácticas independientes y no siempre funcionales para la reproducción del
sistema”.(Canclini, 1983, p.8)
El vinculo entre hegemonía y consumo no
se advierte como mera imposición y se diferencia del concepto de dominación -entendida
como la acción que se ejerce sobre adversarios y mediante la violencia- ya que la burguesía, que aparece como la
cabeza de los medios de producción y circulación, juega un rol fundamental en
la organización material de la vida popular. Incluyendo sus intereses
sectoriales junto con partes de la cultura subalterna, para que le sirva a las clases populares, se encuentran en la
acción hegemónica utilidades para sus necesidades, concediendo a su vez legitimidad
a la hegemonía . Para Canclini, “(…) al tratarse de hegemonía y no de
dominación, el vínculo entre ambas se apoya menos en la violencia que en el
contrato: una alianza en la que Hegemónicos y Subalternos pactan prestaciones
recíprocas”.(Canclini, p.10) Esta estructuración de la vida cotidiana es la que
generaría el arraigo con la hegemonía, puesto que al desarrollarse un sistema
de habitus a través de un largo
proceso de formación y gustos, desechando las influencias ocasionales, se
lograría que la sociedad sienta a la distribución (desigual) de los bienes
materiales y simbólicos, como una situación que dependerá de lo que los grupos
e individuos puedan apropiarse.
Existen mecanismos de adhesión a la
cultura hegemónica o distinción grupal, que se desarrollan a partir de la
noción de consumo más amplia, lo que incluso posibilita tener grupos que se
caracterizarían por su subordinación o por su resistencia. Para M. Barbero “(…)
lo exógeno no son los productos que se consumen sino las estructuras de
producción de los conocimientos y de la existencia social toda. Es por esto que
la pregunta de base, la que irrita es la que interroga sobre el papel histórico
que las ciencias están jugando (…)” (Martín-Barbero, 1978, p.11)
Por último, para graficar mejor las relaciones que se han producido entre la
teoría dualista y el modelo de reproducción cultural, fue Martín Barbero quien señaló que para corregir el desencuentro entre método y situación en la teoría
cultual se debería volver a dar valor al reconocimiento (según la
lógica de la diferencia) de las verdades culturales y sujetos sociales,
como “una sensibilidad política nueva, no instrumental ni
finalista, abierta tanto a la institucionalidad como a la cotidianidad, a la
subjetivación de los actores sociales y a la multiplicidad de solidaridades,
que operan simultáneamente en nuestra sociedad.” (M-Barbero, 1987, p.204,).
Donde el mestizaje, que pasa a ser sujeto antes que sólo objeto, se posiciona
como el generador de memorias e imaginarios.
Puesto que la teoría de la dependencia, a partir de los '60 y hasta los '80, , aunque delineó los límites de los estudios en comunicación, bajo el enfoque crítico, no obstante, “(…) la investigación habría estado lastrada, por una concepción reproductora de la cultura. La cultura era considerada básicamente ideología. Lo anterior indicaba que no había ninguna especificidad en el ámbito de la comunicación, o dicho de otra forma, estudiar procesos de comunicación era estudiar fundamentalmente procesos de reproducción ideológica. (M. Barbero, 1978, p.15) Reconocimiento entendido como nuevo lenguaje que intente trabajar en torno a un modo propio de percibir y de narrar, donde se junta la producción simbólica y política en la cultura y que no se reduce sólo a la discusión dialéctica rígida. Ya que la “vigencia cultural de las diferentes identidades: lo indígena en lo rural, lo rural en lo urbano, el folklore en lo popular y lo popular en lo masivo” nos permite extraer estas identidades del esquema hegemónico para mirar cómo se comportan. (Barbero,1987)
Puesto que la teoría de la dependencia, a partir de los '60 y hasta los '80, , aunque delineó los límites de los estudios en comunicación, bajo el enfoque crítico, no obstante, “(…) la investigación habría estado lastrada, por una concepción reproductora de la cultura. La cultura era considerada básicamente ideología. Lo anterior indicaba que no había ninguna especificidad en el ámbito de la comunicación, o dicho de otra forma, estudiar procesos de comunicación era estudiar fundamentalmente procesos de reproducción ideológica. (M. Barbero, 1978, p.15) Reconocimiento entendido como nuevo lenguaje que intente trabajar en torno a un modo propio de percibir y de narrar, donde se junta la producción simbólica y política en la cultura y que no se reduce sólo a la discusión dialéctica rígida. Ya que la “vigencia cultural de las diferentes identidades: lo indígena en lo rural, lo rural en lo urbano, el folklore en lo popular y lo popular en lo masivo” nos permite extraer estas identidades del esquema hegemónico para mirar cómo se comportan. (Barbero,1987)
Referencias
bibliográficas
García Canclini,
Néstor
(1983) ¿De qué estamos hablando cuando
hablamos de lo popular? En https://docs.google.com/gview?url=http://trabajaen.conaculta.gob.mx/convoca/anexos/De+que+estamos+hablanco+cuando+hablamos+de+lo+popular.PDF&chrome=true
Martín-Barbero, Jesús. (1978)El
debate latinoamericano sobre comunicación masiva. Comunicación masiva: discurso
y poder en http://es.scribd.com/doc/22670818/Comunicacion-masiva-discurso-y-Parte-I#
Martín-Barbero,
Jesús
(1987) De los medios
a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. Ed GG.
Barcelona.
Santa Cruz, Eduardo (1997)
Estudios de comunicación en América Latina y Chile: acerca de causas y azares.
Universidad ARCIS, Doc. de trabajo Nº23
Pierre Bourdieu (1980) Le sens praqtique, Minuit, París, en García Canclini,
Néstor
(1983) ¿De qué estamos hablando cuando
hablamos de lo popular?
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