Nuestro lenguaje, como código común a todos los
hablantes del español presenta su naturaleza “multiforme y heteróclita” difícil de clasificar. Por esta
razón se ha creado la dicotomía discursiva dialéctica entre lengua y habla,
propuesta por primera vez por F. de Sausurre. La primera se entenderá como
institución social y sistema de valores que por su naturaleza convencional y abstracta
se resiste a las modificaciones del individuo aislado. Por otro lado el habla es
esencialmente un acto individual de selección y actualización, es decir, es el uso del hablante de su lengua, la relación concreta. Es una
lengua en cuanto se habla, o en la medida que es el sonido, presenta una gran
diversidad de usos y de realizaciones. El habla es el uso particular que da el
hombre a la lengua y por lo mismo son las diversas manifestaciones del habla
las que hacen evolucionar a la lengua. Un claro
ejemplo de una manifestación del habla es este extracto de una obra del
escritor chileno Roberto Bolaño en 2666:
“Entonces Pelletier pudo recordar el día en que leyó por
primera vez a Archimboldi y se vio a sí mismo, joven y pobre, viviendo en una “chambre
de bonne”, compartiendo el lavamanos, en donde se lavaba la cara y los dientes,
con otras quince personas que habitaban la oscura buhardilla, cagando en un
horrible y poco higiénico baño que nada tenía de baño sino más bien de retrete
o pozo séptico, compartido igualmente con los quince residentes de la
buhardilla, algunos de los cuales ya habían retornado a provincias, provistos
de su correspondiente título universitario, o bien se habían mudado a lugares
un poco más confortables en el mismo París, o bien, unos pocos, seguían allí,
vegetando o muriéndose lentamente de asco”. (fragmento)
EPEW. KVPVKA KUSHE. ANCIANA DUEÑA DE LA MONTAÑA de Juan Caniulaf, (Comunidad Maiquillahue)
“Una vez un hombre que andaba buscando sus animales en la
montaña se perdió, tampoco encontró sus animales. Se le hizo de noche tratando
de encontrar el camino que llevara de regreso a su casa, así es que decidió
alojarse en el monte. Cuando se acomodaba para descansar y dormir, de pronto
vio un fuego en medio del bosque, alrededor del fuego bailaba una anciana. Se
dirigió donde estaba la anciana, esta era la Kvpvka y al llegar cerca de ella descubrió que
había una casa, que estaba hecha con materiales recogidos del monte. Tenía de
todo, papas, arvejas, maíz. Saludó con mucho respeto a la anciana, luego se
hicieron amigos y se casaron. La anciana al saber que el hombre era pobre,
viudo y que tenía cuatro hijos, le dijo: “si tienes hijos, tráelos, aquí hay de
todo”. Así el hombre llevó a sus hijos, comieron y alojaron en la casa de la Kvpvka. Una noche
mientras alojaban en casa de la anciana, uno de los hijos del hombre al mirar
los pies de ella, riéndose dijo: mira, tiene sólo dos dedos la viejita. Al
escuchar esto, la anciana se enojó mucho, pateó su casa y así desapareció todo,
el fuego, la riqueza y la
Kvpvka. El hombre desesperado dijo a su hijo: ayayayay,
porque te burlaste de la papay (anciana) ¡qué vamos a hacer ahora! Volvieron a
su casa, aconsejó a todos sus hijos... pero finalmente siguió viviendo con la
Kvpvka.”
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