Al considerar a los sujetos excluidos como sujetos
pertenecientes a una clase social, la economía política devela cómo el acceso a
los medios masivos y las nuevas tecnologías de la comunicación siempre estará
influenciado por las desigualdades en el ingreso y la riqueza en la sociedad,
lo que permite el acceso libre para unos mientras otros son excluidos.
Al estudiar la Economía Política
y aplicarla a la comprensión de las industrias culturales, y en especifico al
cine, se debe considerar a las películas como mercancías producidas y
distribuidas dentro de una estructura industrial capitalista controladas por
grandes empresas trasnacionales. El cine es por lo demás producido por las
mismas compañías operadoras en el campo de la comunicación o de los medios cuyo
número es cada vez menor pero su influencia aún mayor. Al establecer esta
situación como premisa en el análisis de las industrias culturales cabe
especificar cómo han intervenido las tres principales lógicas que conviven con
este escenario, la mercantil, la estatal y la de los movimientos sociales. (Wasco,
2004)
a. La lógica mercantil que reposa
exclusivamente sobre las virtudes del mercado y el condicionamiento, la
distribución y venta de la información y la cultura como mercancía, se presenta
en las compañías multinacionales que han diversificado su mercado hacia todo
tipo de actividades mediáticas, “con el objetivo prioritario de maximizar los
beneficios mediante el establecimiento de sinergias entre los diferentes
departamentos de la empresa” (Wasco, 2004, p.8).
En Latinoamérica, donde el
negocio del cable pagado se ha convertido en un asunto exclusivamente trasnacional,
existen grandes grupos inversores que llevan e instalan sus corporaciones desde
un país a otro, lo que hace que la competencia en el mercado de la comunicación
por cable se encuentre directamente afectada por la economía y ante la retirada
del Estado, que no tiene mayores atribuciones para regular o entregar concesiones,
autorizaciones y licencias, las privatizaciones conformarán un sector oligopolista
y de poder cruzado con las telecomunicaciones tradicionales (Bustamante, 2003)
Para Wasko, Philips y Purdie
(1993), el cine también ha sufrido una progresiva comercialización a partir del
crecimiento del product placement,
las promociones cruzadas con el cable pagado y el merchandising que ha sido potenciado por el marketing cinematográfico. Lo que ha generado dos consecuencias evidentes,
dentro de las observables, sobre el trabajo comunicativo, que demuestran su
carácter oligopólico cuando no monopólico en cada soporte: “la aparición de nuevos perfiles profesionales que exigen procesos de
aprendizaje permanente y nuevas habilidades técnico- creativas; y la
difuminación de competencias y saberes entre profesiones antes nítidamente
separados como periodistas, cámaras, productores y editores”. (Bustamante, 2003,p.12)
La diversificación y dispersión son poco coincidentes con los de la televisión
clásica y las lógicas modernas en el cine por lo que se han impulsado alianzas
y absorciones en dimensiones nunca antes contempladas en el sector.
b. La lógica estatal, que antiguamente
luchaba por anteponer la legitimación del rol del Estado en nombre del interés
público, será con el capitalismo neoliberal, sólo promotor de la industria de las
telecomunicaciones que, con el paso del broadcasting
al narrowcasting y el incremento de
agentes en el sector telecomunicacional privado, alentará la concentración y la
competencia entre lo público y lo privado rompiendo los monopolios u
oligopolios (públicos o privados según los países) que habían caracterizado el
sistema clásico durante décadas.
El fenómeno será evidente en la
Europa occidental en donde el final del predominio de los monopolios marcó un fuerte
descenso inicial de audiencias de las cadenas públicas por la aparición
generalizada en todos los países de competidores privados. También en los
países en donde los Gobiernos han otorgado concesiones y posiciones dominantes
a los operadores de telecomunicaciones y a los grupos de comunicación más
poderosos o a aquellos externos como eléctricas, aguas, ferrocarriles o la
banca.
Además de los recortes financieros
públicos, junto a la perdida de legitimidad del servicio público en el discurso
hegemónico, y el marco competitivo mixto para el que no estaban preparadas “las
televisiones públicas se enfrentarán así a una conocida disyuntiva que se
resolverá con estrategias diferentes en cada país: o el reforzamiento de las
notas y funciones del servicio publico, con riesgo de marginalidad en el
mercado o la búsqueda de la maximización comercial de su oferta que incrementa
aún más su deslegitimación social y política” (Bustamante, 2003, p.6).
Resulta extraño, por decir lo menos, o decididamente
sospechoso que ningún país de los que se hace alusión en estas investigaciones,
haya mostrado un real interés en potenciar a la televisión local o regional en
formato digital, dejando todo el desarrollo del medio en manos de las
trasnacionales, siendo que las ondas digitalizadas tienen, teóricamente, la
potencialidad de despejar los caminos para las cadenas nacionales por su
capacidad de diversificación, proximidad y existencia de servicios interactivos
que ayuden a volver a legitimizar, por parte de la audiencia, a una plataforma
comunicacional que jamás debiera haberse perdido.
c. La lógica de los movimientos sociales - para los que la información y la
comunicación son instrumentos de lucha, de toma de conciencia y de formación de
identidades - sirvió durante la década de los 90 para identificar un proceso
nuevo: el éxito y consolidación en algunos países de las iniciativas locales en
cuanto a producción especialmente de ficción, transformándose en un nicho
rentable, aunque presentara complicaciones de integración regional de las áreas
lingüísticas y de crecimiento simétrico.
Si bien los estudios institucionalistas crearon el marco para
documentar cómo grandes compañías de medios podían controlar la producción y
distribución de productos de los medios masivos para restringir la diversidad
de contenidos - específicamente, dejando de lado el trabajo que cuestiona las
posiciones pro-negocio - fueron los estudios neomarxistas, la teoría de los sistemas mundiales y otros
comprometidos con el debate sobre la globalización quienes colocaron a la clase
social en el centro del análisis, enfocándose en la relación entre el
capitalismo monopólico, la automatización y des-cualificación del trabajo, y el
crecimiento de una división internacional del trabajo; instalando el sentido
crítico de la injusticia de la industria cultural en las comunicaciones, como
un orden corporativo mayor explotador y antidemocrático. (Wasco, 2004)
Quien se destacó desde esta
tendencia es el belga Armand Mattelart, que recurre a una variedad de
tradiciones que incluyen la teoría de la dependencia, el marxismo occidental y
la experiencia de los movimientos de liberación nacional en todo el mundo, para
entender la comunicación como uno de los recursos principales de resistencia al
poder. “Su trabajo ha demostrado cómo los pueblos del Tercer Mundo, particularmente
en América Latina utilizaron los medios masivos para oponerse al control
occidental y crear noticias y medios de entretenimiento autóctonos” (Mosco,
2004, pp. 7-8). Así también para Miège, cuya postura se ubica en el extremo
opuesto del espectro, es decir, es contrario a la división del trabajo que saca
ventajas de trabajadores en áreas no sindicalizadas que además se encuentran
bajo regimenes totalitarios. Para este teórico, existe otro tipo de producto, “los
grabados y lo que él llama “realisations audio-visuelles”, se
produce casi únicamente con trabajo artesano, no es fácilmente reproducible, y
requiere inyecciones relativamente bajas de capital. Ello soporta un sector
artesanal dominado por pequeños negocios y posibilita el control generalizado
del productor o el trabajo”. (Miège, 1989 en Mosco, 2004)
Así como la investigación
norteamericana ha demostrado su preocupación por participar en movimientos
sociales, luchas de oposición que se desarrollan para cambiar los medios dominantes
y crear alternativas, la investigación europea también está relacionada con
movimientos para el cambio social, particularmente en defensa de los sistemas
de medios de servicio público y en la integración de las instituciones de
comunicación, principalmente empresas y autoridades legisladoras estatales, dentro
de la economía capitalista y la resistencia de las clases y movimientos
subalternos, reflejados principalmente en oposición a las prácticas estatales
neoconservadoras.
Referencias
Bustamante, Enrique.
(2003) Hacia un nuevo sistema mundial de
comunicación. Las industrias culturales en la era digital. Barcelona. Ed.
Gedisa
Miège, B. (1989): The
Capitalization of Cultural Production, New York, International General.
Wasco, Janet. (2004) La Economía
Política del cine en Toby Miller y
Robert Stam (eds.): A companion to Film
Theory. Londres, Blackwell Publishers.
Mosco, Vincent. (2006) La
Economía Política de la Comunicación: una actualización diez años después. Canada Research
Chair in Communication and Society. Queen’s University. Más información en:
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