La clave interpretativa del título de El
nombre de la rosa surgió casi por casualidad en la mente del autor Humberto
Eco, por el interés que provocó en él la
figura de la rosa como representación simbólica densa, que posee múltiples significados pero
que ya casi los ha perdido todos: desde la rosa mística de los rosacruces hasta
la guerra de las dos rosas, De esta manera se propicia la situación para que el
lector quede con razón desorientado por no poder escoger tal o cual
interpretación. Aún cuando se haya captado las posibles lecturas nominalistas
del verso final pero siempre después de haber escogido otras posibilidades.
Según el mismo autor “el título debe de confundir las ideas, no regimentarlas”.
La novela, por cierto, tenía otro título provisional: La abadía
del crimen, pero fue descartada porque fijaba la atención del lector
exclusivamente en la intriga policíaca, engañando al comprador ávido de
historia de acción. Según Eco, “esto lo induciría a arrojarse sobre un libro
que lo hubiera decepcionado”. Existieron además intentos por titularlo como Adso de Melk. Un título muy neutro,
porque Adso no pasaba de ser el narrador. Pero los editores no querían un
nombre propia de titulo.
La clave de los asesinatos en “El
nombre de la rosa” se derivan de los signos que permiten al fraile Baskerville comprender
las causas de los crímenes pues muchos personajes mueren asesinados por un
libro, el
segundo libro
de “La Poética ”
de Aristóteles, el que todos consideraban perdido o jamás escrito, y del que se
guardaba sólo una copia
Las palabras de Guillermo de Baskerville a Jorge de Burgos requiriendo este libro
son la clave de los asesinatos cometidos en la abadía. Ya que en este supuesto
“segundo libro” el gran filósofo griego habla sobre la comedia y la risa. Luego
nos enteramos que Jorge mataba
para proteger el Libro pues temía que se leyera.
Porque según el, las palabras del Filósofo Aristóteles
habían trastocado la imagen del mundo. Pero aún no había llegado a trastocar la
imagen de Dios. Por eso debía evitar que
llegara a ser objeto de pública interpretación.
El
fraile no entiende los motivos del temor de Jorge quien cree que la risa es debilidad, algo inferior, amparo de los simples y no
cree que la risa se pueda eliminar junto con el Libro. Jorge quiere evitar que
la risa se eleve a la categoría de arte supremo por medio de la obra aristotélica.
La biblioteca de la abadía está
ubicada en una meseta al norte de Italia y poseía la mayor biblioteca de la
cristiandad. Estaba habitada entonces por alrededor de sesenta monjes, algunos
provenientes de lejanas regiones de Europa. El bibliotecario Malaquías de
Hildesheim era, como Adso, de origen alemán. El estudioso de la retórica Bencio
de Upsala, escandinavo. El celoso vigilante de la biblioteca Jorge de Burgos,
que remite al escritor argentino Jorge Luis Borges, provenía de España. Aparte
de estos y de los italianos, que eran mayoría lógicamente, había monjes
franceses, dacios y griegos. “Es la única
que puede oponerse a las 36 bibliotecas de Bagdad, a los diez mil códices del
visir Ibn al-Alkami, y que el número de sus biblias iguala a los 2.400 coranes
de que se enorgullece El Cairo”, dice Guillermo sobre la biblioteca.
Físicamente está instalada en la
segunda planta del edificio de la abadía, cerca del scriptorium (donde
trabajan copistas, anticuarios y miniaturistas), esta biblioteca es para los monjes
benedictinos el paraíso terrenal. Sin embargo, los muchos secretos que encierra
solo son transmitidos entre el bibliotecario y su ayudante, desde su estructura
laberíntica hasta los libros de autores infieles, que, por contener “mentiras”,
están prohibidos de ser leídos. Los crímenes tienen que ver, precisamente, con
uno de estos libros, que en la pregunta anterior ya se nombró. “La poética” de Aristóteles.
Sin duda, el personaje protagonista
de la obra, ya sea la escrita como la pelicula, es Guillermo de Baskerville,
fraile inglés que estudió en París y Oxford, quien durante muchos años
desempeñó con eficacia el oficio de inquisidor y al que le encantaba deslumbrar
a la gente con la rapidez de sus deducciones y se deleitaba al poder desenredar la intrincada
madeja que presentan los crímenes. Pero este fraile franciscano llega con una
misión más importante que resolver los crímenes: exponer las tesis de los
teólogos del emperador Luis IV de Baviera a los enviados del codicioso papa
Juan XXII, quien reinó desde la ciudad francesa de Aviñón (asunto muy criticado
por los clérigos italianos). El maestro de Adso opinaba que en las cosas
terrenales el pueblo debía ser el legislador y no la Iglesia. También
sostenía que el alto clero, al poseer una enorme riqueza material, perdía la
pureza y contradecía a la vida pobre que llevó Jesucristo. La visión final es
la de una Iglesia agitada por luchas intestinas, con sectas, persecuciones y
torturas. Por último la trama filosófico-teológica de la obra corresponde al
tipo de postura que se tomaba en la
Iglesia del siglo XIV siendo partidario de la pobreza de la Iglesia (que debería
renunciar a sus posesiones terrenales) o de mantener el poder y riqueza de la Iglesia en la tierra.
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