viernes, 26 de octubre de 2012

El nombre de la rosa/ Jean-Jacques Annaud (1986)




“Los libros siempre hablan de otros libros y cada historia cuenta una historia que ya se ha contado”. (H. Eco en Postille al nome della rosa, 1983) 



La  clave interpretativa del título de El nombre de la rosa surgió casi por casualidad en la mente del autor Humberto Eco,  por el interés que provocó en él la figura de la rosa como representación simbólica  densa, que posee múltiples significados pero que ya casi los ha perdido todos: desde la rosa mística de los rosacruces hasta la guerra de las dos rosas, De esta manera se propicia la situación para que el lector quede con razón desorientado por no poder escoger tal o cual interpretación. Aún cuando se haya captado las posibles lecturas nominalistas del verso final pero siempre después de haber escogido otras posibilidades. Según el mismo autor “el título debe de confundir las ideas, no regimentarlas”.
La  novela, por cierto,  tenía otro título provisional: La abadía del crimen, pero fue descartada porque fijaba la atención del lector exclusivamente en la intriga policíaca, engañando al comprador ávido de historia de acción. Según Eco, “esto lo induciría a arrojarse sobre un libro que lo hubiera decepcionado”. Existieron además intentos por titularlo como Adso de Melk. Un título muy neutro, porque Adso no pasaba de ser el narrador. Pero los editores no querían un nombre propia de titulo.
La clave de los asesinatos en “El nombre de la rosa” se derivan de los signos que permiten al fraile Baskerville comprender las causas de los crímenes pues muchos personajes mueren asesinados por un libro, el segundo libro de La Poética de Aristóteles, el que todos consideraban perdido o jamás escrito, y del que se guardaba sólo una copia
Las palabras de Guillermo de Baskerville a Jorge de Burgos requiriendo este libro son la clave de los asesinatos cometidos en la abadía. Ya que en este supuesto “segundo libro” el gran filósofo griego habla sobre la comedia y la risa. Luego nos enteramos que Jorge mataba para proteger el Libro pues temía que se leyera.
Porque según el, las palabras del Filósofo Aristóteles habían trastocado la imagen del mundo. Pero aún no había llegado a trastocar la imagen de Dios. Por eso debía evitar que  llegara a ser objeto de pública interpretación.
El fraile no entiende los motivos del temor de Jorge quien cree que la risa es debilidad, algo inferior, amparo de los simples y no cree que la risa se pueda eliminar junto con el Libro. Jorge quiere evitar que la risa se eleve a la categoría de arte supremo por medio de la obra aristotélica.
La biblioteca de la abadía está ubicada en una meseta al norte de Italia y poseía la mayor biblioteca de la cristiandad. Estaba habitada entonces por alrededor de sesenta monjes, algunos provenientes de lejanas regiones de Europa. El bibliotecario Malaquías de Hildesheim era, como Adso, de origen alemán. El estudioso de la retórica Bencio de Upsala, escandinavo. El celoso vigilante de la biblioteca Jorge de Burgos, que remite al escritor argentino Jorge Luis Borges, provenía de España. Aparte de estos y de los italianos, que eran mayoría lógicamente, había monjes franceses, dacios y griegos. “Es la única que puede oponerse a las 36 bibliotecas de Bagdad, a los diez mil códices del visir Ibn al-Alkami, y que el número de sus biblias iguala a los 2.400 coranes de que se enorgullece El Cairo”, dice Guillermo sobre la biblioteca.
Físicamente está instalada en la segunda planta del edificio de la abadía, cerca del scriptorium (donde trabajan copistas, anticuarios y miniaturistas), esta biblioteca es para los monjes benedictinos el paraíso terrenal. Sin embargo, los muchos secretos que encierra solo son transmitidos entre el bibliotecario y su ayudante, desde su estructura laberíntica hasta los libros de autores infieles, que, por contener “mentiras”, están prohibidos de ser leídos. Los crímenes tienen que ver, precisamente, con uno de estos libros, que en la pregunta anterior ya se nombró. “La poética” de Aristóteles.
Sin duda, el personaje protagonista de la obra, ya sea la escrita como la pelicula, es Guillermo de Baskerville, fraile inglés que estudió en París y Oxford, quien durante muchos años desempeñó con eficacia el oficio de inquisidor y al que le encantaba deslumbrar a la gente con la rapidez de sus deducciones y  se deleitaba al poder desenredar la intrincada madeja que presentan los crímenes. Pero este fraile franciscano llega con una misión más importante que resolver los crímenes: exponer las tesis de los teólogos del emperador Luis IV de Baviera a los enviados del codicioso papa Juan XXII, quien reinó desde la ciudad francesa de Aviñón (asunto muy criticado por los clérigos italianos). El maestro de Adso opinaba que en las cosas terrenales el pueblo debía ser el legislador y no la Iglesia. También sostenía que el alto clero, al poseer una enorme riqueza material, perdía la pureza y contradecía a la vida pobre que llevó Jesucristo. La visión final es la de una Iglesia agitada por luchas intestinas, con sectas, persecuciones y torturas. Por último la trama filosófico-teológica de la obra corresponde al tipo de postura que se tomaba en la Iglesia del siglo XIV siendo partidario de la pobreza de la Iglesia (que debería renunciar a sus posesiones terrenales) o de mantener el poder y riqueza de la Iglesia en la tierra. 


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