martes, 23 de octubre de 2012

El gabinete del Dr. Caligari (“Das Cabinet des Dr. Caligari”) /(1920) Robert Wiene



La materialidad de Caligari se desplaza durante cada escena por planos que van desarrollando una atmosfera que forma un relato expresionista que va atrapando la sensualidad de los personajes del mundo de Robert Wiene. Hace además dialogar la expresión plástica con las obsesiones de la mente humana cuando un hombre queda atrapado por sus delirios, inserto en una representación compleja de la sociedad alemana pre-nazi, en donde al igual que en otros intentos más contemporáneos (como la Cinta Blanca de Haneke) se trata de retratar el espíritu psicopático de una comunidad que no lograría escapar del caos y la persecución política.
La plástica de la puesta en escena es alucinante, con escenografías inspiradas en el reluciente expresionismo alemán con líneas diagonales, cortantes y puntiagudas que atemorizan e impregnan una atmosfera dramática y aprisionante. Todo el mundo de Calligar rebosa de figuras dentadas: casas, puertas y ventanas, calles y pasajes, oficinas y muebles, cerros y montañas. Alucinaciones  que recorren los pasadizos, techos y habitaciones, que se impregnan en los personajes, de ropas gruesas y poco cómodas, rostros dolientes entre danzas y movimientos fúnebres. Todo diseñado por los artistas Walter Reinmann, Hermann Warn, Willi Hameister y Walter Rorigh
Las escenas producidas, de altos contrastes de luces y sombras, con imágenes restauradas, coloreadas a mano y con gran expresividad. Junto con carteles de títulos que también aportan a la estética expresionista de arte y fotografía al mantener los textos originales. Las transiciones atrapan la atención, se cierran los iris como una masa que devora los primeros planos.
Esta obra se enfrenta políticamente a la situación histórica opresiva y totalizante de un sistema imperial, denunciaría los horrores del Imperio Alemán durante la Primera gran guerra, y simboliza con sus personajes a los intentos de los poderosos por dominar los actos de los débiles, que permanecían dormidos ante los actos malévolos de sus dominadores. Desarrollándose inmediatamente un año después de acabada la guerra, en la naciente y caótica República de Weimar.
Esta obra, al momento de su estreno, sufrió las presiones de productores temerosos por represalias del Gobierno alemán, y acabó siendo una alegoría hacia el desquiciamiento humano, hombres atrapados en un manicomio, cuya mente enferma no logra diferenciar la realidad de la ficción (otro arquetipo inspirador contemporáneo como en “La isla siniestra” de Scorcese). En este Corte de Productor se idealiza a Caligari, personaje a salvo de paranoias y persecuciones.
Era esta sociedad que se acercaba vertiginosamente hacia el fascismo brutal la que será representada en “Das Cabinet…”, tratando de alertar sobre el condicionamiento y apaciguamiento de una comunidad frente a las manipulaciones de la oligarquía.

Es Cesare una señal de la indefensión de algunos frente al poder que ejercen los Calligaris de una sociedad, líderes megalómanos, que actúan frente a ciudadanos pasivos que posiblemente llegasen a realizar actos que en estados de lucidez serían comúnmente despreciados. Es Cesare quien simboliza,  por medio de una atracción de feria, a un pueblo dominado por los poderes facticos, mientras los habitantes se mantienen adormecidos.
Un joven llamado Francis (Friedrich Feher) le relata a su compañero una historia, un relato personal a modo de flashback que explicaba los sucesos en la vida de su prometida Jane (Lil Dagover). Cuenta que llega a su pueblo (Holstenwall) una feria de atracciones y rarezas que el críptico doctor Caligari (Wernes Krauss)  trata de aprovechar para montar su espectáculo. Insistirá en colocar su novedad aguantando humillaciones y desprecios de las autoridades. Mientras Francis y Alan, amigos desde infancia, deciden asistir a la feria donde Caligari los espera e invita junto a toda la comunidad a maravillarse con su rareza. Aparece Cesare (Conrad Veidt), un sonámbulo, un autómata que ha obedecido a su opresor por 25 años. Este oscuro personaje presagia la muerte de Alan antes del amanecer y se convierte en un oráculo maligno y definitivo. Cesare ya ha atacado (el ministro que había humillado a Calligari fue su primera víctima) y ya se preparaba para acabar con quien lo había mirado a los ojos por dudar de su poder. Nadie sospechaba de estos acontecimientos pero al momento de morir Alan, comenzará la psicosis colectiva que involucrará a todo el pueblo, generándose una sospecha y rechazo total a lo extraño, hacia los otros. El temor a lo oculto atormenta al pueblo, que buscará hasta atrapar a cualquier sospechoso. El asesino amoral del pueblo, un ladrón oportunista será acusado aunque Francis comienza a sospechar de otro, de aquel extranjero que oculta sus pasos y trata de pasar inadvertido ya que finalmente sólo es un débil anciano.
El ataque de Cesare contra Jane y su cautivamiento descubrirá a los verdaderos culpables, el ladrón apresado es liberado de culpa y Francis decide allanar la casa de Caligari, ayudado por la policía logran desenmascararlo, Cesare  caía agotado y derrotado junto a Caligari. Descubierto su truco huye y se refugia en un manicomio, Francis arrobado por la angustia lo persigue y descubre como el director de la institución mental. Ante su desesperación pide ayuda para desenmascar finalmente al tétrico Doctor. Los demás psiquiatras lo ayudan y enfrentan al personaje con su verdad, que devela el delirio por un personaje literario del siglo XVIII y su fascinación por los sonámbulos. La realidad distorsionada de Caliagari lo llevará a ser apresado en su propio edificio.
Se acaba el relato de Francis a su compañero, al mismo tiempo se descubre la existencia de Cesare, confundido con un interno del manicomio, al igual que Jane y Caligari, que derrumba la cordura de Francis que aún creía en su historia, ya que ve al doctor suelto y sin pruebas de sus delirios. Se concreta el desenlace temido, la historia dará un giro y Francis terminará en camisas de fuerzas encerrado en una celda (...)


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