Giovanni (Marcello Mastroinanni) se
autodefine como un pequeño burgués, un escritor teórico - político y social,
que vive cómodamente junto a su esposa Lidia (Jeanne Moreau), una mujer madura
que se cuestiona sobre su vida en la ciudad bajo una constante llamada desde la
periferia popular, donde el pueblo se relaciona como una clase totalmente ajena
a las ocupaciones de la burguesía .
Desde los grandes planos
generales de un hospital en la ciudad de Milán se revela el conflicto humano
que involucra a esta pareja, cuyo amigo Tomasso, también un escritor y crítico
literario muy cercano a Lidia, es el único que la valoriza intelectualmente. Pero
la muerte inminente del amigo y los
conflictos generacionales de la pareja
provocan un distanciamiento profundo, más aún cuando las ocupaciones de
Giovanni ya no le interesan a Lidia, pues su ocupación es ahora recorrer las
calles, rencontrase con su pasado a las afueras de la ciudad. Reconociendo los
rincones antes ignorados y descubriendo la soledad de ambos, pasando las tardes
separados se provoca que el escritor, ya desmotivado, sólo opte por dormir y
dejar pasar las horas protegido por un ambiente muy ostentosos, en un departamento de clase alta que sin embargo no
se supone merecedor por considerarse alguien poco talentoso, o exitoso según
sus propias creencias. A Giovanni lo define su pasado humilde y su posterior compromiso con una mujer de altos recursos
familiares que vive rodeado de tantos edificios que siente incrementada su
soledad y aislamiento dentro de estos grandes condominios.
Pero Lidia quiere mantenerse ajena
a todas estas lamentaciones, no quiere quedarse sola en aquel espacio, por lo
que vaga sin rumbo por calles y barrios, encontrándose con las clases populares, que luego se transforma
en su entretención y se genera un nuevo conflicto. En la calle se encuentra con
peleas callejeras y juegos de artificio de cohetes que la deslumbran.
Transforma la periferia amplia y árida en recuerdos de su juventud con Giovanni,
que una vez que se vuelven a juntar regresan al departamento, y ya no quieren
quedarse atrapados dentro y deciden salir, primero a un club nocturno, con
baile, música y alcohol. Luego deciden partir
a una fiesta de las clases sociales más altas de la ciudad. Ya todo es
más atractivo que estar solos, la espera, la incomunicación, incluso los tiempos
muertos. Giovanni debe aparentar y comportarse como el escritor reconocido que
todos creen ver pues ha de hacer felices a sus seguidores. Por el contrario, ya
que estos intelectuales acomodados aburren enormemente a Lidia, ella no se
esfuerza en encajar y sólo espera que pasen las horas. La lluvia traerá las
malas noticias y el desquiciamiento de los que festejaban. Tomasso ha fallecido
y Lidia no pudo compartir su dolor con su esposo ya que él quedaría totalmente encantado con un romántica muchacha claramente
determinada por un existencialismo apasionado que deja dejando anonadado al mediocre
escritor.
Mientras Giovanni se cuestiona
sobre la memoria y las ideas tratando de justificar su enamoramiento juvenil en
la habitación de Valentina, no quiere recordar a su esposa que afectada y
confundida por el desprecio de su marido decide marcharse justo en el momento de
la lluvia con un hombre llamado Roberto, hombre intrigante que la excita, pero
ante la tentación de una infidelidad quizás justificada desiste de la traición
pues ella aún quiere creer en el compromiso , pacto que Giovanni no considera
por igual y cuando su esposa ha pasado
de la angustia y confusión a la decisión, llega el nuevo día, pasa la tormenta
y vuelve la luz. El amanecer enfrentará al trío de desesperados cuando se va
acabando la fiesta con el fin de la noche y Lidia con valentina dialogan sin
recriminaciones ni culpas. Pero Giovanni debe decidir, la muchacha que ha sido
herida profundamente en su orgullo se queda sola y la pareja se marcha. Esta
noche que ha sido profundamente reveladora puede concluir con las dudas de
Lidia y apresurar las decisiones de Giovannni , amenazado por el empresario que
le ofrece acabar con su carrera creativa. Mientras la banda de la fiesta sigue
tocando la pareja se despide y aleja de aquellos que aún quedan en la casa, ellos
necesitan acabar con su historia de un manera racional pero la confusión que
generan las nuevas y múltiples posibilidades que se abren generan más dudas. Giovanni
no quiere separarse de Lidia y en medio
de disculpas y auto recriminaciones siente nuevamente el deseo extraviado por su
mujer, pero ella ya no lo soporta y sin dudas el fin de la relación ya era una
decisión tomada ya que el amor estaba acabado.
La calle y los barrios de Milán
son los claros retratos que plasmara el neorrealismo, es la Italia que se levanta
vertiginosamente luego de la guerra y del magro recuerdo del Duce. La aceleración económica de Italia
enfrentaba a los polos sociales presenta una clara deshumanización de los
entornos. Aquel mundo que encanta y
maravilla a Lidia se opone a ese otro pomposo que le aburre pero con el que
Giovanni debe convivir comportándose como uno más de la burguesía, clase social que se autodefine en la fiesta,
con la atmosfera musical y social que acomete a los protagonistas, se enfrenta
a la calle con sus sonidos fuera de campos de aparatos aéreos, risas y peleas
que se contraponen a la lluvia, los truenos y relámpagos que rodean a los
ricos.
En la fiesta se rompen los
compromisos frente a las representaciones sociales que se construyen entre
juegos y estupideces de la burguesía, los empresarios e intelectuales viven en
una burbuja, encerrados en esta casa en
una noche plagada de trajes y vestidos de fiesta vacios de contenido. Enfrentado
Giovanni a los conflictos existenciales más liberales es la preocupación hacia
la vejez en oposición a la juventud lo que le convierte en un ser ajeno al
compromiso, donde fácilmente el desamor pasa a convertirse en compasión, donde
el liberalismo emocional del discurso romántico del amor perdido se contrapone
al olvido dejando a la costumbre unificada en la ideología de una pareja
cansada y confundida en un mundo moderno
gobernado por el hastío.
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