“o tempora o mores” (lamento de
Cicerón)
La Reunificación Italiana (il Risorgimiento) liderada por Garibaldi
y otras figuras como Mazzini y el Rey Emanuele II de Saboya, enfrentó duramente a las clases sociales de
ese territorio en el siglo XIX. Algunas de sus constantes fueron la amenaza que
significaba para el régimen aristocrático feudal y tradicionalmente estático el
nuevo orden político, junto al reacomodo al que debió someterse la nobleza, amoldándose
a las nuevas prácticas comerciales y políticas de la burguesía que ya comenzaba
a destronarla, hicieron que los cambios en la sociedad italiana fuera aún
más acelerados por las batallas armadas que se reproducían en esa época,
trastocando aún más el orden establecido.
La emergencia de la revolución se
instaló como excusa para que la antigua nobleza terrateniente de Italia se
volviera a reconocer como clase dominante y regidora, mientras que el liberalismo y la clase burguesa se disputaban
cargos y títulos nobiliarios, antes dominados por los reyes y príncipes
italianos. La Iglesia fue otra institución que debió enfrentarse a los acontecimientos
generados por la revolución, obligados a hacer alianzas para de ese modo la propiedad quedaría restringida nuevamente sólo
a quienes la habían poseído por siglos.
La guerra por la dominación de Italia (1860), así como
las otra batallas del siglo XIX en la historia occidental dejaron de lado a las
clases de los trabajadores, ya que los movimientos nacionales y emancipadores
primero convocaron a las clases bajas para unirse a sus luchas ingestas, para
luego ser despreciadas por los poderosos dejándolos en iguales o peores
condiciones que antes.
Esta película por cierto no
habla sobre la plebe sino que describe
el horror de la nobleza frente al futuro que ya no los considera como la cima
de la jerarquía social pues el ascenso de los mercaderes y comerciantes, socios
en una burguesía que se empoderaba cada vez más, eran la amenaza que quitaría a la nobleza sus más preciados
privilegios.
Algunos integrantes de la
aristocracia optaron por acomodarse a los nuevos tiempos, transformándose a
causa de la adaptación de aquellos que
no querían perder todos sus beneficios
debiendo acomodarse a los principios liberales, generando alianzas y
otorgando títulos a comerciantes en
constante ascenso económico, como a Don
Calogero, el comerciante más poderoso de la región siciliana, que además de
ostentar una gran fortuna posibilitaba a las clases altas poder distanciarse de
la ruina con sus tratos económicos. Aunque desde un principio humillasen constantemente al arribista
empresario aceptarlo sería la única forma para retrasar lo inminente, que esta
aristocracia estaba condenada a desaparecer.
El príncipe siciliano Fabrizio Di
Salina (Burt Lancaster) representa a esa
fracción de la nobleza que no estaba tan segura sobre la conveniencia de los
desenlaces de la revolución, en oposición a su sobrino Tancredi (Alain Delon),
quien más que creer en los fundamentos patriotas, buscaba la propia
conveniencia para él y su familia, como
manera de salvaguardar sus intereses a pesar del seguro cambio de régimen.
Las batallas fratricidas sangrientas
darían paso a la estabilidad social, los nobles mantendrían algunos privilegios
económicos mientras que políticamente serían desplazados. Los cambios
estructurales no serían internalizados por la nobleza en general, ya que algunos
continuarían con sus concepciones de derecho sagrado para justificar su oposición
a la incorporación de la burguesía en los círculos de poder.
La fastuosidad de la nobleza que
se negaba a desaparecer y la elegía constante a los esplendidos tiempos pasados,
ensalzando las formas de vida y las costumbres tradicionales que perduraron por
siglos, se transforman en una crítica a la nobleza dosificada por una añoranza
a tiempos de esplendor. Un retrato de clase que describe la pronta decadencia
de la aristocracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario